A lo largo de tantos años trabajando mano a mano con bodegueros, propietarios, viticultores y enólogos, he podido comprobar que en un mismo pueblo, cuyas bodegas de elaboración distan escasos 100 metros, se producen vinos muy diferentes con las mismas variedades de uva, el mismo clima y suelo parecidos.
Por eso, en un vino no sólo influyen las variedades de uva y sus clones, los rendimientos por hectárea, las levaduras autóctonas o no, la lluvia, el sol, el suelo, los tratamientos en el viñedo, las podas, etc... uno de los factores más influyentes son las personas que cuidan la viña y que elaboran el vino.
De ahí que a la hora de contar la historia que hay dentro de una botella de vino lo apropiado sea conocer a la gente de la bodega, cómo son, su personalidad verdadera porque ésta -al final- se refleja en el vino. En otros casos, el vino llega a ser su alter ego, "el otro yo", plasmando sus deseos, ansias y sueños.
Lo que me recuerda al post "Semejanzas entre personas y vinos" (el más visitado desde que inicié este blog). Unos te acompañan, otros te llenan de alegría o te hacen llorar.
Lo cierto es que los vinos te hablan y hay que dejarlos expresarse y si estás atento te pueden contar historias maravillosas. ¡Salud!